¿Crímenes? ¿Por qué crímenes?

¿No habéis reparado en lo poco que se espera que hagamos en el mundo actual? Es como si la gente aspirara a decírtelo todo en todas las situaciones, qué debes hacer, qué debes sentir, qué debes pensar... en definitiva, a destruir tus propias decisiones, emociones y pensamientos. Cualquier acto de protección de éstos, por inofensiva que sea, parece un crimen imperdonable, y así es como yo, tú, y otros seres curiosos y despiertos, nos volvemos delincuentes.

lunes, 12 de marzo de 2012

Éranse dos locos en un manicomio...


PRIMERA ESCENA

(Se ve un recinto casi totalmente cuadrado, salvo por una hendidura rectangular en la pared del fondo. En dicho hueco se sitúa una puerta metálica, con un poco de aire de presidio, al igual que de, hecho, todo el lugar. La habitación está oscura, iluminada únicamente por una pequeña lámpara situada en el techo, que arroja una luz blanquecina que no llega ni a iluminar debidamente las paredes y la puerta, si bien el centro del escenario es bastante visible. Hay una multitud de locos, la mayoría de ellos en las zonas más oscuras. Más cerca de la luz hay un par de locas invitando a la multitud a ver una montaña hecha a partir de una amalgama irreconocible de porquería y mugre. Todos los dementes que están a oscuras miran dicha escena, desde uno u otro lugar. Sólo dos no le prestan atención. LA DEMENTE mira de un lado a otro de la escena sin parar la vista en alguna parte. Su ropa, como la de todos los otros estaba sucia y consistía en un pantalón blanco que le quedaba ligeramente ancho, y un camisón blanco, también un poco ancho. Tras posar la mirada de un lado a otro de la estancia, observó al otro que no parecía interesado en el espectáculo de las locas. EL DEMENTE tenía un aspecto tímido, y tenía la ropa un poco más limpia. Miraba sus manos como si estuviera examinando algo que nunca hubiera visto antes. LA DEMENTE decide, finalmente, acercarse para hablarle.)

LA DEMENTE: —Hola. ¿Cómo te llamas?

EL DEMENTE:(Se vuelve sin mostrar demasiada sorpresa. Tras uno o dos segundos, habla.) Mi canción favorita de Michael Jackson es “Billy Jeans”.

LA DEMENTE:(No termina de entender. Al poco, reacciona.) Entonces, ¿Michael o Billy? (EL DEMENTE no contesta.) Bah, olvídalo. Yo soy Geraldine.

EL DEMENTE: —El gato come bonito. Su nombre es Big.

LA DEMENTE: — <<Bonito nombre>>. (Para sí.) A este le han encerrado por lo raro que habla.

EL DEMENTE: (Como si le hubiera leído el pensamiento a su manera, muy contento) ¡Entonces sí quieres casarte conmigo! Llamaré a un cura.

LA DEMENTE: — <>. Yo porque un día decidí ver qué pasaba si durante una semana salía a la calle disfrazada de centurión, y ya ves que pasó.

EL DEMENTE: (En actitud seria y comprensiva). Ves ya. Bogavantes a mitad de precio es poco precio y mucha cosa para alimentar al pollino.

LA DEMENTE: —Sí, a mí también me parece que me han encerrado por poca cosa. (Con curiosidad). ¿Cuánto tiempo llevas aquí?

EL DEMENTE: — 17 de octubre de 2007. La bolsa sube un 2,53%.

LA DEMENTE: —Yo acabo de llegar. ¿A qué te dedicabas?

EL DEMENTE: — Un buen día, el enanito feliz salió a hacer su trabajo de periodista, siendo accidentalmente pisado y espachurrado por Spiderman.

LA DEMENTE: — Pues entonces, igualito a mí. De hecho, lo del disfraz era una encuesta de esas tan curiosas que algunos jefes encargan.

EL DEMENTE: (Mirándola seriamente). Los cacharros rotos dan trabajo, pero son interesantes.

LA DEMENTE: — ¿Conoces a alguien aquí?

EL DEMENTE: — La araña cósmica tejió su red en un alcantarillado a la espera de que los tigres voladores acudieran. Smith Mc. Gogar se introdujo en la bañera a través del local de baile. Beppo no pudo más que reírse ente la estupidez de su acto.

LA DEMENTE: (Por una vez, realmente confundida). << ¿Qué?>>. Voy a preguntártelo de nuevo, ¿conoces a alguien aquí?

EL DEMENTE: (Muy serio, pero como embelesado). Eres... una... belleza. Cre... Creo que... me gustas.

LA DEMENTE: (Casi, casi “alucinando”). ¿¿Qué??

Fin de la escena

SEGUNDA ESCENA

(Todos los locos se han retirado a las zonas más oscuras, (y prácticamente se han vuelto invisibles). Sólo LA DEMENTE sigue junto a la pequeña bombilla. Como es obvio, es la misma habitación).

LA DEMENTE: (En general, en éste acto, mucho más desconcertada, extrañada y “desequilibrada” (entre comillas porque ya lo estaba antes)). Caray la de diálogos de besugos que se pueden llegar a escuchar en una sala de espera, o un local nocturno a la 8.00 de la mañana o sitios de esos. Charlas de lo más absurdas y surrealistas que se encuentran en todas partes. A veces ni hace falta buscarlos, como el mío, que tiene tela, tela. Respóndeme, ¿por qué te estoy hablando si sé que eres mi reflejo? ¿Por qué charlamos? (Pausa ensimismada) Pero esto es irse por las ramas, volvamos a la conversación. Como decía, mi diálogo si que fue extraño. Fui a visitar a mi amigo, donde tú ya sabes, ¡y desde luego no sabía cómo de mal estaba hasta que empezó a hablar! Dijo no se qué sobre Mickael Jackson –en paz descanse-, latas de bonito, un gato, un centurión, una boda, bogavantes, pollinos, la Bolsa, Spiderman, el jefe de alguien, arañas cósmicas, tigres voladores, y a un tal Beppo -¿Y quién puñetas será ese Beppo?- No entendí nada, pero era divertido, fijo. Debía de ser una película, pero entonces... ¿Qué pintarían el Beppo ese de las narices y Spiderman? ¿Tendría la boda que ver con Spiderman? ¿Lo perdería el superhéroe todo en la Bolsa? No puede ser. ¿Y el romano? ¿Estaría el hombre-araña viajando por el tiempo. Me da que no. Sé que piensas que debería preguntarle de qué hablo, reflejo mío, pero pensaría que soy una ignorante. ¿Y si fue algo que le sucedió la semana pasada? Lo daré por válido. Ahora me voy a tomar una galleta. (Coge algo del suelo que no se ve qué es y se lo come). ¡Puaj! Vaya asco de galleta. Sabe como a sardinas, mejor dicho, a pollino. Qué bien hubiera estado que supiese a bogavante. ¡Ey! ¿No es eso que suena “Billy Jeans”? ¿Quién la habrá puesto? No sé, a mí que lo de que la jefa se me haya pedido en matrimonio me ha dejado demasiado aturdida. Tendré que escapar. Me disfrazaré de centurión romano. Pero habría que pedir permiso a Beppo –cómo le quiero-. (Cansada). Debo descansar. Ahora no veo más que tigres voladores y arañas cósmicas. Me marean. (Entra EL LOQUERO, con traje de científico, mirada siniestra y una jeringuilla).

EL LOQUERO: (Con una sonrisa nada halagüeña, ante la luz y con una luz contrapicada) Ha llegado la hora de su dosis, señorita.

LA DEMENTE: (Asustada y perpleja). ¿Qué dosis?

Fin de la escena

ESCENA DOS Y MEDIO

(Todo exactamente igual que en la segunda escena).

LA DEMENTE: (Ya más tranquila y nada extrañada, sino en actitud de alivio y de haber solucionado un problema) Tras el pinchazo que me dio ese tipo tan raro, ya lo veo todo claro. Vivo junto a mi amigo, y ambos estamos como una cabra. Y lo mejor de todo. Resulta que el tipo ese me ha recordado quién soy: Beppo. ¿Quién si no?

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