¿Crímenes? ¿Por qué crímenes?

¿No habéis reparado en lo poco que se espera que hagamos en el mundo actual? Es como si la gente aspirara a decírtelo todo en todas las situaciones, qué debes hacer, qué debes sentir, qué debes pensar... en definitiva, a destruir tus propias decisiones, emociones y pensamientos. Cualquier acto de protección de éstos, por inofensiva que sea, parece un crimen imperdonable, y así es como yo, tú, y otros seres curiosos y despiertos, nos volvemos delincuentes.

jueves, 4 de julio de 2013

Rasgado el tapiz, sólo queda ver lo que esconde.

Aprovecho para volver a presentarme ante ustedes. Sí, ustedes, que han pasado por aquí, no siempre, pero una y otra vez, como si en un arrebato digno de Vladimir y Estragón supusieran que un día aparecería por aquí cual Godot que diera la felicidad y la respuesta a todas las cosas. Y como a mí nunca me ha gustado sentirme un dios (demasiadas responsabilidades, y eso de estar en todas partes te acaba dejando muy malos ratos), he decidido romper mi exilio y volver a mi tablón.

Lo que tienen ustedes ante sus ojos es toda una cadena de protocolos de ensayo y error, aplicados a lo largo de toda una persona, un  número casi imposible de cuantificar en eslabones, que bien podrían haber alterado toda mi naturaleza si en algún momento de mi montaje hubiera decidido apretar otro botón. No es algo que esté diciendo a la ligera esto de los botones. Simplemente hay que quitarse la idea de estar ante una videoconsola o un teclado cuando se dicen estas cosas, todas nuestras acciones y reacciones bien podrían aislarse y representarse como teclas que pulsar en un momento determinado, aunque sería un sistema tan absurdamente complejo que no creo que lo veamos nunca en un aparato tecnológico real. Pero por donde iba, mis pasos, al igual que los vuestros, nos han llevado a muchas cosas a día de hoy, como el hecho de que esté escribiendo esto y vosotros lo acabéis leyendo al cabo de unos días, o no, en caso de que os hayáis hartado de mi cara hasta el punto de que no queráis ni intentar imaginárosla y dejéis este blog para curaros en salud.

Tengo a bien comunicarles que lo más seguro es que, después de una peregrinación mental de aproximadamente un año de duración, destinada a tallar un lugar detrás del lienzo que todo aspirante a futuro debe romper, y a muchas otras cosas, que por longitud excesiva no vendría al caso poner en este preciso instante, estoy aquí otra vez, presto a volver a desparramar creaciones. ¿Genialidades o engendros? Eso no importa.